Un asentimiento tranquilizador
Lola intentó mantener la calma, acomodándose a los cuidados de los veterinarios. Al final respiró hondo y su entorno pareció menos tenso. “Por fin se está calmando”, observó un veterinario, inclinándose ligeramente hacia atrás. El veterinario jefe miró a Zac y le hizo un gesto aceptable con la cabeza. “Vale, sigamos así, todos”, empujó suavemente. El alivio se difundió entre ellos, indicando que iban por buen camino para ayudarla.

Un asentimiento tranquilizador
Agradecimiento de Zac
Zac observó, sintiéndose agradecido por la coordinación del equipo. Sus esfuerzos coordinados no sólo eran técnicos; era como ver un baile. “Trabajan muy bien juntos”, pensó Zac, viendo cómo sus movimientos fluían con naturalidad. El aire se sentía electrizado de posibilidades, como si hoy pudieran lograr lo imposible. A pesar de todo, su pulso aumentó, alimentado por la energía comunitaria que le envolvía.

Agradecimiento de Zac